Guion: Lucho Olivera, Robin Wood, Sergio Mulko
Dibujo: Lucho Olivera
Reseña: Alfredo Illescas
Hace algún tiempo me propuse hacer un análisis de la serie de Gilgamesh, a pesar de que ya existe una primera nota en estos archivos. Debo empezar por señalar que el comic no existe en la base de datos de Arsenio, a pedido del grupo que con muchísimo amor a coleccionado. Pero eso no significa que sea inaccesible. Se puede conseguir como un paquete que ha sido trabajado por el grupo argentino alrededor del maestro Robin Wood en 4shared.com. Simplemente se especifica en el search el nombre de Nippur de Lagash.
Después de leer cada una de las historias disponibles, llegué a la conclusión que no es posible realizar una crítica directa (no por miedo de un grupo al que fui miembro, hasta que lamentablemente no pude accesar a la cuenta Yahoo!. Se trata de un grupo muy activo, lo que es una forma de decir que sienten suyos el trabajo de sus héroes. Mi conclusión es que lo único posible es analizar la interacción autor-dibujante Para las dos primeras series Mulko-Wood que se supone es autoconclusiva. Puesto que el resultado debe ser unitario se trata del análisis “Lennon y McCarthy”. Fue un punto delicado de Stan Lee-Jack Kirby que, de hecho, se denomina “estilo Marvel” que funcionó bastante bien, pero con mínimos errores (como situar inicialmente a los Inhumanos en los andes de Sudamérica y luego dibujarlos en el Tíbet). Así que empezaré por lo obvio: existen varios autores, pero el elemento común es el artista Lucho Olivera que lamentablemente, desde 2002, ya no está con nosotros. Cada uno en lo suyo autores y dibujante fueron grandes. Sin embargo, hay inconsistencias de detalles. Quizás la más saltante es que Mulko le hace perder parte del brazo izquierdo en un estilo horror y el propio Mulko sufre para arreglar este problema cuando no desea recurrir a la nanotecnología. No se menciona en la segunda serie. Ese es el problema con alteraciones física a los personajes que en literatura se debe limitar a introspección mental para desarrollar historias prolongadas. En cualquier caso mis respetos a su calidad innegable.
La primera serie, en su inicio, el creador-autor y dibujante es el propio Lucho Olivera, Por ello el mérito es suyo. Repito, trato de que este breve análisis sea un balance entre las historias y el dibujo. La primera serie está enfocada a la ciencia ficción. El estilo de Olivera es reconocido como maestro del noir, un claroscuro de efectos muy interesantes con algunos guiños a la tecnología a la serie española de Esteban Maroto 5 x infinito, muy popular en su tiempo.
El número inicial es un portento de detalles y muy pronto es Mulko quien pasa a crear las historias en esta primera serie. No es difícil ver el nuevo estilo: Mulko es un filósofo de altos vuelos; el problema es que su narración es demasiada rica en bellas frases que comienza a presentar dificultades a Olivera como si fuera “clarificando” sus gráficos para convertirse en bosquejos, pero se nota que siempre hay una integración en ambos esfuerzos aunque no siempre alcance trasmitir dinámica al lector que podría pensar en una película estática.
La segunda etapa es escrita por Wood, quien contribuye con una calidad igualmente altísima y puramente dinámica. Su ciclo es coherente inicia en una dimensión superior y después de un recorrido histórico regresa a ese punto. Sin embargo ahora notamos un problema para Lucho. Se incorpora el color para resaltar la belleza de la tonalidad pero trae el problema para un artista que se desempeñaba en el blanco y negro y ahora debe mostrar la totalidad de la viñeta. La impresión es que Lucho necesitaría un asistente para los fondos como sucede en las mangas japonesas en blanco y negro que no desean rellenos “nocturnos” y usan fabulosamente el color. Lamentablemente, por la precariedad del tiempo, los fondos quedan en su mayor parte desnudos y algunas veces pareciera que no tienen sustento porque “flotan en el aire” La historia fluye dinámicamente, pero uno comienza a hacer comparaciones malévolas con la tecno-magia del marvelita Jack Kirby que deslumbraba por ese tiempo. No es culpa de Wood el disponer de 11 a 14 páginas para desarrollar historias, lo que es una limitación que Columba no encontró solución y creó un corsé, que obliga a saltos conceptuales cuando se el lector podría disfrutar mucho más de usar el enfoque minimalista. Sé que soy injusto y no es culpa de ellos, pero siendo de origen peruano me molestó la total desubicación de una historia cerca del Cuzco donde casi totalmente los gráficos corresponden a las selvas centroamericanas (El imperio incaico ocurre a alturas de unos 4,000 metros en las montañas) y no es agradable ver ídolos que corresponden a aztecas y mayas. Se nota investigación histórica pero desubicación de lugar. No es la calidad de artista, sino que debió coordinarse con Wood para definir otro escenario que hubiera resuelto el problema. Esa es la falla que percibo de lejos y que lo cito porque es fácil documentarla sin desmerecer a genios individuales que definitivamente no llegan a formar unidad. Por otro lado si hay una correcta unión de ambos en otras historias.
Desde el punto de vista de analizar historias, es impecable, pero como lector tengo la impresión de que se pide demasiado como escenografía. No es demerito de Lucho el tener limitaciones, especialmente en los fondos que quedan vacíos la mayor parte de las veces porque ¿Quién puede imaginarse y describir gráficamente un universo diferente.
Lamentablemente, y esta es la primera visión de un niño lector, se tiene de comparar con un monstruo del dibujo de esa época de los 1970s la Kirby-tecnia, es decir la magia de maquinas y universos maravillosos que nos trae Jack Kirby en Marvel con los 4 fantasticos y Thor. Hoy en madurez veo que eso no es justo, pero debo pensar que es una unidad historia-grafico y no puedo evitarlo. Será mi propia vergüenza. La serie no acaba en la primera serie de -hasta donde se cuenta – unas 30 y pico entregas – para que Robin Wood la reviva prácticamente desde el origen del personaje con una historia puente alucinante donde esta en un nivel casi divino y decide regresar para encontrarse a si mismo. Es una excusa para ver otro ángulo del recorrido de la historia donde encontramos la codicia humana y el odio a la inmortalidad que no es una propiedad humana.
Robin es un escritor con mucho oficio que puede recrear cualquier época que se presentan en orden cronológico. Así vamos desde Fenicia la muerte de Cristo (episodio el nazareno), el renacimiento en Italia (episodio 9 El centinela) donde hace un guiño a la ciencia ficción y luego como conquistador en Perú (episodio 10 El templo de la vida) en donde, imagino por falta de tiempo para investigar dentro de una gama tan amplia Robin lo sitúa en Perú pero la mayoría de los gráficos corresponden a culturas mexicanas. Eso no altera una buena historia, pero como lector nacido en Perú puedo apreciar que no tenemos grandes ídolos negroides, ni la búsqueda de tesoros incas se dio en la selva, porque ocurrió en los altiplanos y montañas ni los tesoros tenían perlas que es producto marino natural de ostras y nunca se dió en las altas montañas. También imagino que Robin, basándose en la fama de tesoros que tiene Perú lo pensó como escenario, pero esta historia se esperaba que se grafique cerca del Cuzco. En todo caso entonces, lo correcto era que la historia se coloque en las selvas tropicales de Centroamérica.
En el aspecto fundamental, notamos que los puntos psicológicos más altos tienen las referencias de la meta-realidad en las historias del Nazareno y el buitre muerto que renueva la obra épica más antigua, y una de las mas importantes de la literatura, el mito del propio Gilgamesh aunque la original nunca alcanza la inmortalidad. Claro que si su objetivo es ayudar a la humanidad hubiera preferido que Wood mencione a dioses como Astarte, Baal o Melquart deidades reconocidas y no deidades de la luna y el Sol que hasta donde se nadie conoce: Nano y Utu (?). Podemos mencionar como ejemplos resaltantes (siempre como impresión personal) de comic literario histórico a la serie “La edad de bronce” de Shanower sobre la Iliada. Pero Wood es un escritor proficiente que toca aspectos humanos que tendría o encontraría un inmortal. Son impresionantes la reunión temporal con otro personaje suyo Nippur de Lagash y una interacción, en la historia Ave Cesar, con Hitler. La investigación y los resultados gráficos en este caso de Lucho no pudieron ser mejor para una historia impresionante que Lucho adorna con mujeres que nos recuerdan a Susana Giménez.
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