Editorial: Norma Editorial
Edición original: Predator (Dark Horse Comics)
Año: 1989
Guion: Mark Verheiden
Dibujo: Chris Warner (#1-4) y Ron Randall (#3-4)
Entintado: Sam de la Rosa (#1-2), Randy Emberlin (#1), Chris Warner (#2-4) y Ron Randall (#3-4)
Reseña: DayKnight
Decepcionante. Así de contundente es mi valoración, la cual, vaya por delante, es completamente subjetiva y contiene varios spoilers. Pero vayamos por partes.
Con fecha de publicación junio de 1989, este cómic de cuatro números surgió como continuación del exitoso film Predator (1987, John McTiernan), con la diferencia de que se sitúa en la jungla de asfalto que es Nueva York y que cuenta con la presencia del hermano del personaje principal del mencionado film como personaje central. En su primera edición recibió el título Predator, a secas, mas en posteriores ediciones se le adosaría el subtítulo Concrete Jungle (no confundir con el videojuego homónimo), y en español el de Serie Nostromo.
La premisa de la que parte el tebeo es atractiva, pero su desarrollo va de más a menos. Verheiden escribe un acertado primer número, que transmite muy bien el calor sofocante de esa Nueva York acosada por criminales, con la aparición del alienígena correctamente dosificada y la introducción de subtramas que luego confluirán (los narcos sudamericanos, la guerra de bandas en la ciudad, la unidad secreta que estudia al Depredador). Empero, a partir del segundo número, todo es una seguidilla de situaciones hiladas con tachuelas y resueltas demasiado fácil o, lo que es peor, de forma paupérrima.
Cito algunos ejemplos: Schaefer, el protagonista, viajando en solitario a nuestra parte del continente y enfrentándose por su propia cuenta a una banda de narcos y saliendo ileso. Schaefer enfrentándose al Depredador en las mismas condiciones que lo hizo su hermano, pero venciéndole lastimosamente fácil: le asesta un golpe que lo hace caer por un barranco, donde la rama de un tronco lo atraviesa… ¿No se supone que el Yautja es un cazador experimentado que ha vivido decenas de combates? ¿No debería éste tener más noción del terreno en que caza? ¿De verdad el Depredador del primer número, sigiloso y brutal, es el mismo del segundo, vencido tan risiblemente?) Pero eso no es lo peor: porque en el último número, con la invasión de los Yautjas y su enfrentamiento a dos bandas con los policías y las bandas criminales, la “gran” batalla termina porque comienza a llover y baja la temperatura: la temporada de caza ha terminado, por tanto, los alienígenas se retiran (!). Entiendo que los Depredadores aún no tenían, por aquel entonces, toda la rica mitología que tendrían después, pero no puedo aceptar que una raza de tal índole abandone el campo de batalla por una razón tan simple, y menos aún que el clímax se corte así, tan abruptamente. Esto por el lado del guión.
En el apartado gráfico, tenemos a Warner y Randall, cuyos lápices son cumplidores, aunque en viñetas grupales se resienten un poco. La complejidad del rostro del alienígena está logrado, así como su vestimenta y accesorios. El color, hijo de su tiempo, consigue transmitir el intenso calor de ambas selvas, con su paleta de rojos.
En síntesis, una obra de la que puede prescindirse completamente. No es una pérdida de tiempo, claro que no, entretiene, pero pudo haber sido mucho mejor.
Dato de color: la película Predator 2 (1990, Stephen Hopkins) toma algunos elementos de este cómic, como la presencia de nuestro cazador intergaláctico favorito en un ambiente urbano, donde se divierte masacrando miembros de pandillas rivales, o la aparición de una organización gubernamental secreta que sabe de su existencia.
Valoración: 5.5/10
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