CHEW - COMIC
Editorial: Image Comics
Fecha de Publicación: Junio, 2009 - presente
Guionista: John Layman
Dibujante: Rob Guilliori
Reseña: Ñoño Cool
Me he demorado un poco en hacerle una reseña a este comic por lo raro y atípico que es, lo mismo el humor que ocupa para atraer al lector. Pero luego de haberme atrevido a hacerle una review a Gintama, nada parece tan extraño o ningún humor demasiado difícil de explicar, así que Chew estaba de vuelta en mi plato y tenía que hablar de esta colección si o si, por lo buenísima que es.
Y quien diablos que vivió en los años 90 pensaría que algo como esto viene desde Image Comics. Porque en esa década Image era el niño símbolo de las editoriales basura, que publicaban historias (si se les puede llamar así por el miserable contenido) de héroes mega-ultra-musculosos que tomaban la justicia en sus manos con armas gigantescas, una actitud que haría ver el modo de operar del Punisher como el de un dulce viejecito, pues castigaban con brutal extrema violencia que dejaban a los villanos muertos rápidamente y daño colateral masivo en la ciudad, donde el dibujo importaba por sobre el argumento y su valor era nulo, todo era “EXTREEEEEMO” su premisa era “la sangre vende” y nada más. ¿Y ahora? Image es sinceramente la mejor editorial en cuanto a riqueza de contenido en el panorama actual.
“La Nueva Image” por su parte, nos entrega cosas como SAGA, Invencible, Jupiter’s Circle, Low, Nailbiter, Pax Romana, Sothern Bastards, y mucho más; es una editorial que lleva casi todos los premios del mundo comiquero, a la que le llueven los Eisner (el Oscar del tebeo) y sin duda ha destronado a Darkhorse como la tercera gran compañía de comics, siguiendo muy de cerca en cuanto a ventas y prestigio a Marvel y DC a pesar de que esas han tenido más de 70 años para ponerse a nivel, y la nueva Image resurge de las cenizas de una de las que por lejos fue la peor editorial comiquera en la historia (a mi gusto al menos).
Y Chew podría considerarse una de las primeras series que dieron vida a esta nueva Image, la abanderada si se quiere de esa editorial que ha suplantado a Vertigo como la que trae marejada de series poco ortodoxas, que rompen esquemas tanto en guión como dibujo, que han dado un aire fresco al paisaje de la tebeosfera norteamericana.
Ahora ¿de qué se trata Chew? Pues sigue a un mundo que podríamos llamar por lo menos ucrónico, donde la gripe aviar se transformó en una pandemia que dejó a miles de muertos a lo largo de USA y otras partes del mundo, por lo que el Senado de los Estados Unidos lanzó una nueva ley que prohíbe el consumo y comercio de toda ave en el territorio del país, y para regular el tráfico ilegal avícola, se crea la División de Crímenes Especiales de la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos, o “FDA”, que es la organización más poderosa del país ya que emplea gente con superpoderes relacionados al uso y consumo de alimentos, seguida solo por la NASA, que aquí son poco más y G.I. Joes espaciales. Y esto es solo el comienzo de las cosas que nos esperan.
Nuestro protagonista es el antiguo policía de antivicios Tony Chu, un detective de la FDA de origen asiático-americano que investiga los casos más extraños, letales y sinceramente surrealistas y raros relacionados con el consumo del pollo prohibido. Pero Tony es más que un mero policía, pues es también un cibópata, lo que se traduce en que puede obtener información psíquica de lo que sea que consume, puede masticar los recuerdos de lo que sea que muerda, si se quiere. Si él se come una manzana puede conocer los detalles del árbol del que se cosechó, saborear los pesticidas ocupados en su cultivo, y todo lo relacionado con la vida del alimento; lo mismo pasa cuando come carne, si come un bistec, puede incluso saborear la leche que la res bebió cuando era nada más que un ternero, y sentirlo siendo procesado para carne cuando murió… habilidad que le viene útil cuando tiene que investigar casos policiales comiéndose la evidencia… o mordiendo a los cadáveres.
Chew se centra en sus casos, una conspiración extraterrestre sobre pollo alienígena, un culto religioso sobre huevos de gallina, y personajes que son muy clichés, pero excelentemente manejados aprovechando dichos clichés, siempre que salen terminan siendo hilarantes, como un jefe que lo odia llamado Mike Applebee pero que ama secretamente a su compañero mitad androide; una hija adolescente enojada. Mi preferido es un gallo cibernético que también es un practicante de lucha libre mexicana que puede combatir demonios en motocicletas en llamas, seres que devoran planetas, lagartos gigantes japoneses con aliento láser.
La cibopatía tampoco es el único superpoder alimentario que existe en este universo, pues hay gente que talla armas funcionales como rifles de puro chocolate, si se echan espagueti en la cabeza obtienen fuerza creciente a la Hulk, seres que crean golems de jalea para que luchen por ellos, comen más para obtener inteligencia, la novia de Chew es saboescribana, capaz de provocar intensas sensaciones o que puedas saborear sus sílabas, a través de sus palabras escritas, gente que cocina tan bien que te teletransporta en el tiempo; marineros que usa pipa y come espinacas para tener superfuerza, y un etc gigantesco que los transforman en los X-Men culinarios.
Tenemos unas verdaderas bizarreadas, ya que este tebeo no se acobarda a la hora de mostrar sus ideas por descabelladas que sean aliens, cyborgs, demonios, ninjas, astrónomos de la NASA pervertidos, vampiros, y más. Simplemente es una obra inclasificable en cuanto a género, que va desde la ciencia ficción, género policiaco, suspenso, fantasía, un sinfín de otros tópicos, lo mismo el humor, que se mueve entre lo escatológico, ácido, la parodia, el humor negro, blanco, crítica inteligente, absurdo y otras cosas que lo transforman en algo impredecible.
La narrativa sin duda es algo imposible de tragar si no te dejas llevar por ella pero si lo haces, pasarás un rato de lujo, su concepto se amplía número a número, lo mismo su mitología, juegan con una continuidad tan impecable y cuidada como una misma burla al concepto de continuidad comiquera, hay referencias al cine de Tarantino cada tanto, mucho gore, pasan muchas cosas en solo un par de páginas por lo que ningún número es un desperdicio, chistes y juegos de palabras que sin duda se disfrutan más en inglés, diversión adictiva dada su trama, y número a número no hace sino mejorar.
El dibujo por su parte es tan bueno como el guión, su trazo es totalmente caricaturesco, como salido de los Looney Tunes o Animaniacs, con gran expresividad, dinamismo, violencia ultra gore en algunos instantes dado el estilo de dibujo solo te saca más carcajadas, además de exageraciones y desproporciones que solo lo hacen más visualmente divertido, y que transmite perfectamente el tono del libro.
El único problema puede ser que a la larga cuando captas demasiado el estilo del producto, puede que se haga ligeramente monótono; eso y que algunos de los personajes por geniales o chistosos que sean les falta profundidad y exploración a pesar de que pasamos muchos números con ellos. Más allá de esas cosas que considero menores, no le veo pegas al comic.
Chew es una historia de 60 números que se cocinó a fuego lento, con las mejores especias y aliños, que te sorprende mordisco a mordisco, que si bien no es un plato para todo el mundo, será una delicia para quien lo pruebe. Es una preparación única, un género que al menos yo no podría clasificar más que como sátira gastronómica policiaca acompañada con tacos al pastor. Si decides hincarle el diente, pues solo puedo decir ¡Bon Appétit! (¿vieron cuantas estupideces relacionadas con comida puse en este párrafo?)
10/10
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